"En nombre de lo mejor que hay en ti, no sacrifique este mundo a los peores. En nombre de los valores que te mantienen vivos, no permitas que tu visión del hombre quede deformada
por lo que hay de feo, de cobarde, de necio en quienes nunca consiguieron el
título de tales. No pierdas la noción de que el estado adecuado del hombre es
una postura erguida, una mente intransigente y un paso vivo capaz de recorrer ilimitadas
rutas. No permitas que tu fuego se apague, chispazo a chispazo, en los pantanos
de lo aproximado, lo no completo, lo no conseguido y lo definitivamente negativo.
No permitas que el héroe que llevas en el alma perezca en solitaria
frustración de la vida que mereces, pero que nunca has conseguido alcanzar.
Comprueba tu ruta y la naturaleza de tu combate. El mundo deseado
puede ser conseguido: existe. Es real y posible: es tuyo. Pero para ganarlo
se precisa una total dedicación y un total rompimiento con el mundo pasado, con
la doctrina de que el hombre es un animal dispuesto al sacrificio, que sólo existe
para el placer de otros. Lucha por el valor de tu ser. Lucha por la
virtud de tu orgullo. Lucha por la esencia de lo que es el hombre: por su
soberana mente racional. Lucha con la radiante certidumbre y la absoluta
rectitud de saber que tu moralidad es la moralidad de la vida y que tuya ha de ser también la batalla por el valor, la grandeza, la bondad y la
alegría que hayan podido existir en la tierra"
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